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Cacao, chocolate y crisis climática

Cacao, chocolate y crisis climática

El Mostrador, columna de opinión de Mark Gerrits, fundador de ÓBOLO Chocolate.

“Las campanas de alarma son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable: las emisiones de gases de efecto invernadero por la quema de combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando nuestro planeta y poniendo a miles de millones de personas en riesgo inmediato”.

Estas palabras corresponden a la declaración de António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, ante el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), dado a conocer estos días.

Y es que la crisis climática y ambiental nos golpea la puerta todos los días, aunque muchas veces no queramos verlo, y el planeta reclama acciones concretas y decididas para que la situación no empeore y, en el mejor de los casos, revertirla. Esas acciones nos involucran a todos: a cada persona e institución sobre la faz de la Tierra y ya no podemos rehuir de esa enorme responsabilidad.

Como personas, ciudadanos comunes y corrientes, debemos ser conscientes de nuestras decisiones de consumo porque tras ellas radican las causas de la crisis climática-ambiental; como empresas, debemos ser capaces de encontrar la forma de ofrecer productos o servicios alineados con los principios de sustentabilidad ambiental y social, porque esa es la única forma ética de pararse en el mundo en pleno siglo XXI.

En Óbolo hemos asumido esa responsabilidad desde el inicio, porque la elaboración de chocolate también tiene una huella importante sobre el medio ambiente; una huella que puede ser positiva o negativa dependiendo de las decisiones que se tomen, empezando por definir el origen del cacao con que se trabajará. ¿Dónde se cultiva? ¿Cuántos kilómetros recorre antes de transformarse en chocolate? ¿qué métodos de cultivo utiliza? ¿Quiénes lo cultivan? Las respuestas a esas preguntas no sólo determinan la huella ambiental del producto final, sino también reflejan la convicción de querer hacer las cosas de la única forma que el mundo puede tolerar: ambiental y socialmente sustentable.

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