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ÓBOLO - El Chocolate chileno más premiado del mundo

ÓBOLO - El Chocolate chileno más premiado del mundo

Barras de ÓBOLO Premiados 

Pangoa, Perú 70% Cacao Puro - Medalla de Oro, Plata y Bronce
Dulce de Tres Leches 38% Cacao - Medalla de Oro y Bronce
Cabernet Sauvignon 72% Cacao - Medalla de Plata
Merken Smoked Chili 65% Cacao - Medalla de Plata y Bronce
Dark Milk 51% Cacao - Medalla Plata
Atacama Rica Rica 53% Cacao - Medalla de Bronce
Earl Grey Blend 64% Cacao - Medalla de Bronce
Masala Chai Spiced 64% Cacao - Medalla de Bronce
White 37% Cacao - Medalla de Bronce

La historia detrás de los Premios de ÓBOLO Chocolate

No es belga ni suizo, sino chileno, y es uno de los mejores chocolates del mundo. Se trata de ÓBOLO, el primer chocolate Bean to Bar o del grano a la barra hecho en Chile que, por séptimo año consecutivo, acaba de ser premiado en los Academy of Chocolate Awards de Londres, algo así como los Premios Oscar del chocolate.

ÓBOLO comenzó a dar sus primeros pasos en el 2013 cuando su fundador, Mark Gerrits, se propuso comprobar que en Chile sí se podía elaborar chocolate desde el grano del cacao, contrario a lo que muchos empresarios y emprendedores del rubro le decían. Se adentró en la selva peruana buscando los mejores granos que fuesen cultivados bajos criterios de sustentabilidad ambiental y social, y los encontró en la localidad de Pangoa. Ahí conoció a los socios de la cooperativa agrícola, con quienes inició una relación comercial y de amistad que perdura y se refuerza hasta el día de hoy. Trajo granos de cacao a Chile, importó versiones pequeñas de las máquinas necesarias para elaborar chocolate, y comenzó a convertirlos en un sabroso, cremoso e intenso chocolate que daría lugar al nacimiento de una microempresa familiar y de la marca ÓBOLO.

Que amigos y familia fuesen fan de este chocolate, podía ser algo bastante esperable y muy poco objetivo, así es que, para salir de dudas y saber de una vez si ÓBOLO cumplía o no con ser un excelente chocolate, en 2016 Mark envió una barra de 70% cacao puro a Londres, para participar en los premios de la academia de chocolate más renombrada del mundo. Si no ganaba nada, al menos obtendría la retroalimentación del jurado compuesto por expertos catadores de chocolate. Ese año, a esa categoría postularon alrededor de mil barras procedentes de distintas partes del mundo, y solo 14 obtuvieron medalla de oro, o sea, 14 fueron elegidas el mejor chocolate del mundo; 14, dentro de las cuáles estaba ÓBOLO.

Desde entonces ha participado cada año obteniendo medallas de oro, plata y bronce. Las últimas fueron otorgadas hace pocas semanas en reconocimiento a la barra Cabernet Sauvignon 72% Cacao (resultado de una colaboración con la viña Odjfell), y a la ya tradicional barra Pangoa 70% Cacao. Suman, en total, 16 medallas obtenidas en 7 años.

Hoy ÓBOLO ya no es una microempresa familiar, sino que cuenta con su fábrica, tienda y cafetería en el Barrio Italia de Santiago. Ya no lo consumen solo amigos y familia, sino que se distribuye a todo Chile y está presente en 4 continentes en países como Canadá, EEUU, Reino Unido, Singapur, Australia, Alemania. Ya no es un hobby, sino una Empresa B certificada, gracias a su compromiso social y ambiental en cada etapa del proceso de hacer chocolate, empezando por la compra de cacao a los pequeños productores de Pangoa, a quienes paga un precio ético muy superior al valor tranzado en la bolsa de comercio.

 “Hemos asumido esta empresa con responsabilidad desde el inicio, porque la elaboración de chocolate también puede tener una huella importante sobre el medio ambiente y la sociedad. ¿Dónde se cultiva? ¿Cuántos kilómetros recorre antes de transformarse en chocolate? ¿qué métodos de cultivo utiliza? ¿Quiénes lo cultivan? Las respuestas no dan lo mismo, y cada día son más las personas que lo entienden”, señala Mark y agrega que “Creemos que la evolución y sofisticación que se está produciendo con el chocolate en Chile, es similar a lo que ha pasado en los últimos 20 años con el vino, la cerveza, el aceite de oliva y el café”, señala Gerrits. “Los consumidores están exigiendo alimentos de mejor calidad y mayor transparencia en su elaboración, y el chocolate no ha sido la excepción”.